miércoles, 29 de octubre de 2014

Peste Antonina

La Peste Antonina, llamada de esta forma porque ocurrió durante la dinastía de los Antoninos, fue una peste que azotó Roma en el año 164 d.C. entre las tropas del segundo emperador, Lucio Aurelio Vero, situadas en el límite este del Imperio, que regresaban de luchar contra los Partos.  

Esta plaga fue una de las causas que inició la decadencia del Imperio romano, pues representó la primera ruptura o debilitamiento en las defensas del imperio.  Inclusive cobró la vida del noble emperador Marco Aurelio




La Peste Antonina es también conocida como la Plaga de Galeno, pues fue este médico el que la describió. La infección acompañó a los legionarios en el camino de regreso y se desparramó en los territorios del recorrido y en Roma a su llegada, dos años después. Enseguida se extendió a todo el mundo conocido, causando tantas muertes que de las ciudades salían carretas repletas de cadáveres.
Hasta el año 161 las fronteras romanas se habían expandido de continuo, manteniéndose intactas, hasta que una tribu germánica, ese año, forzó la barrera nordeste de Italia. Durante ocho años, el miedo y la desorganización impidieron a los romanos una acción defensiva. Finalmente, toda la fuerza del ejército imperial cayó sobre los invasores, obligándolos a retroceder. Al parecer, la enfermedad fue la causa principal de esa retirada, pues se encontraron muchos cadáveres del enemigo sin rastros de heridas. Es muy probable que se hayan contagiado la infección de los legionarios.
La enfermedad volvió a estallar nueve años más tarde, según el historiador romano Dion Casio, y causó hasta 2000 muertes por día en Roma, una cuarta parte de las personas infectadas. El total de muertes se han estimado en cinco millones. La enfermedad causó la muerte aproximadamente de un tercio de la población en algunas zonas y diezmó al ejército romano.
Las fuentes antiguas están de acuerdo en que la epidemia apareció por primera vez durante el asedio romano de Seleucia, en el invierno de 165-66. El historiador romano Amiano Marcelino informa de que la plaga se extendió a la Galia y a las legiones a lo largo del Rhin. Otro historiador y funcionario imperial romano, el eunuco Eutropio, afirmó que una gran población murió por todo el Imperio.

Efectos:

En el tratado Methodus medendi, Galeno nos describe brevemente lo que fue la epidemia, pero puede ser rastreada información en algunos de sus otros escritos. Según Galeno, Los síntomas iniciales eran fiebre alta, inflamación de boca y garganta, una sed abrasadora y diarrea; alrededor del noveno día aparecía una erupción en la piel, que en algunos casos era seca y en otros producían pústulas. Galeno da a entender que la mayoría de los enfermos moría antes de la erupción, pero igualmente se observa una semejanza con la plaga de Atenas. Lo indudable es que ésta provenía del Este.
La mención de las pústulas ha inclinado a varios historiadores a pensar que es el primer registro de una epidemia de viruela. Una teoría consigna que el movimiento hacia el oeste de los hunos se debió a una terrible epidemia de viruela en Asia Central, que fue transmitida a las tribus germánicas, que a su vez contagiaron a los romanos. En contra de esta teoría, la historia romana muestra la diferencia de los síntomas de las plagas de viruela de los siglos XVI al XVIII, con los síntomas descritos por Galeno.

La epidemia tuvo drásticos efectos sociales y políticos en todo el Imperio Romano: Barthold Georg Niebuhr llegó a la conclusión de que "el reinado de Marco Aurelio constituye un punto de inflexión en muchas cosas, y sobre todo en la literatura y el arte; no tengo ninguna duda de que esta crisis fue provocada por esa plaga... El mundo antiguo nunca se recuperó del golpe asestado a ella por la peste que lo visitó en el reinado de Marco Aurelio". Edward Gibbon y Mikhail Rostovtsev, sin embargo, le dan a la epidemia menos influencia en la crisis que las tendencias políticas y económicas, respectivamente.
Algunos de los efectos directos del contagio son dignos de destacar, sin embargo. Cuando las fuerzas imperiales se trasladaron al este bajo el mando del emperador Vero después de que las fuerzas de Vologases IV de Partia atacó Armenia, la defensa de los romanos de los territorios orientales se vio afectada cuando un gran número de soldados sucumbieron a la enfermedad. Según los escritos de Paulo Orosio (siglo quinto), algunas aldeas y ciudades españolas e italianas y las provincias europeas perdieron todos sus habitantes.
Mientras agonizaba, el emperador Marco Aurelio pronunció estas palabras: "No lloréis por mí. Pensad en la pestilencia y la muerte de tantos otros".

Marco Aurelio



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